lunes, 27 de abril de 2015

Can Lis

se conoce como la casa del sol, ya que puedes contemplar su ciclo completo, con el único sonido del mar rompiendo contra el acantilado.

 Amanece en Can Lis. En el dormitorio, unas sencillas cortinas blancas hacen de telón de fondo sobre las que el sol va reflejando los árboles y el mar. La luz tamizada te va despertando poco a poco y cuando se abren el sol impacta sobre las paredes de piedra marés, tiñendo de rojo el volumen de casi cinco metros de alto. Cuentan que Utzon estudió el Teatro Olímpico de Palladio antes de construir Can Lis.


El sol se proyecta sobre el mar y lo va transformando a lo largo del día. La intensidad luminosa es un espectáculo, en ocasiones demasiado fuerte. "Los pescadores daneses tienen los ojos destruidos por esta causa”, solía repetir Jorn. Invitación puntual a la búsqueda de nuevas formas de habitar, de una luminosidad más cálida, al abrigo de los patios posteriores y espacios de transición, donde la cerámica ultramar recuerda constantemente la presencia del Mediterráneo sin verlo directamente.
Lo que comenzó siendo la casa del sol acaba convirtiéndose en la casa de la luna. Una vivienda lineal, tal y como se puede leer en su planta, que termina mostrándose como circular, cíclica. Dualidades que se repiten una y otra vez, dentro-fuera, abierto-cerrado, circular-lineal, completando ciclos solares, lunares, lluvias, tormentas. Un privilegio y un placer alrededor de Jorn Utzon, en Can Lis, cerrando el círculo.



 http://elviajero.elpais.com/elviajero/2015/04/24/actualidad/1429884493_838456.html

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