domingo, 22 de marzo de 2015

Monarquía de la luz por ANTONIO GALA


«Yo soy», dice la luz. Sin predicado alguno. Es la pura existencia: el acto de existir en que todo se apoya; la fuente de la vida – más que el agua- que asume todo origen.
Fiat lux es la orden que pone en marcha la creación entera. Y cualquier otra creación: no sólo la del Génesis sino la reiterada y personal de cada hora. Se trata de un proceso de respiración, de una sístole y una diástole que mantienen el milagro de este mundo. (También del otro, porque, si el Paraíso no es de luz, ¿qué será?)

La luz es la unidad que no desaparece ni se diluye en relación alguna: a todas las sostiene como una mano diáfana. Y cuando, a una primera y deficiente vista, desaparece, es sólo que se cubre con un paño de sombra para no deslumbrar. Igual que el cielo, en el atardecer, usa las nubes fucsias, moradas, rosas, para que se resalten su verde, su amarillo, sus azules.

De tal manera la luz es la pintura que su presencia determina el cuerpo de ella, mezclada con la propia corriente de su dinámica y su desenvolvimiento. De manera que ya es indiscernible la conciencia de la una y de la otra.

La imaginaria ausencia de la luz es una circunstancia, también imaginaria, de esa íntima vinculación: un estado que, como la noche, nos rodea de secretos; un estado que proporciona profundidad e intensidad tangibles. Una intensidad y una profundidad que no son sino fugaces vislumbres de la luz con el fin de que creamos estar solos.

El sentimiento de la pintura no es preciso buscarlo: está ahí, en la luz, como algo dado, como si lo produjese la certeza de su procedencia. Y aflora a la superficie del color con la exhalación calma o terrible de una ola.

La pintura no es más que el desposorio con la luz. Un desposorio en que la luz acepta ser manejada, no dominada como sucede en otras artes. Acaso lo que tienen en común todas ellas sea que el caudaloso río de la realidad, al percutir en quienes las ejercen, hace saltar la deseada chispa, distinta en cada una. Acaece que el arte -la poyesis platónica, la creación, la poesía en definitiva- es como un líquido que adquiere la forma del recipiente en que se vierte. Y tal creación tomará el aspecto de escultura o música o arquitectura o literatura o pintura, según su dominación se ejerza sobre el volumen o el tiempo o el ritmo o la palabra o el color o la luz. Pero la luz no se deja domesticar, sino que reta al que la mira e impone su infinita monarquía.
El pintor tiene con ella una pasión monógama. Monógama y a la vez libre. Tan segura de sí misma está la luz que deja abierto al mundo, porque sabe que su fuerza y esencia provienen del mandato de ella, que dispone la configuración y los límites de todo. Ella, cuyo exceso nos ciega lo mismo que el exceso en el amor, aguarda, acechando, a sus amantes, que creen poder prescindir de su proximidad mientras la están, ilusos, buscando a todas horas.
Y es que el pintor no se hace: está, desde antes del principio, sorteando acechanzas y atisbando. Lo que sí se hace es su modo de avizorar el universo, su actitud cautelosa o desafiadora, el tono con que reclama la libertad.

El que es pintor abre, al nacer, en el más estricto de los sentidos, los ojos a la luz. Y la luz le dará el más estricto de los sentidos a su vida.

Pero ¿qué será, día a día, para él la luz? ¿Un concepto relativo: si todo es luz, no hay luz; sin sombras no la hay; el tenebrismo es la mejor manera de ensalzarla? ¿O será la gran reina absoluta? ¿Sirve sólo la luz para alumbrar la gran hermosura del mundo, o es ella misma la poseedora de la hermosura, o más aún, es ella la hermosura? ¿Se alimenta la luz de los colores que las cosas le ofrecen, los posee, los transforma, los regula, o las cosas son un mero soporte para que ella repose su polícroma carga de belleza? A estas preguntas responde el contenido de este libro.


Forma dat esse rei, aseguraron los escolásticos. Sin embargo, aquí ocurre lo contrario: es la esencia -la luz- la que da la forma, la que la impulsa, la contornea y la levanta. Porque aquí esencia y forma son lo mismo. No hay ya naturaleza viva o muerta, ni humanidad, ni anécdota, ni abstracción, sino sólo la luz que lo hincha todo, lo libera, lo crea y lo recrea a cada instante: la luz del ser brillando a través de las formas. ¿Y qué más que eso es la belleza? Y verla es ver la vida y unirse con la vida.
Dice Leonardo: «Mirad la luz y admirad su perfección. Cerrad los ojos y observad: lo que habéis visto ya no existe; lo que veréis no existe todavía». ¿Quién lo rehace si quien lo hace está en perpetuo movimiento? He aquí el incesante e incansable oficio de la luz. Próxima y lejana camina, sin contaminarse, sobre los vertederos de penumbra o tiniebla: en el fondo, ella es quien los produce. Porque no ilumina para sí, sino para nosotros; tal es la enigmática razón de su generosidad, de que todos vivimos. El don del arte es concretar cualidades que habitan en todos los corazones, pero que sólo unos cuantos, jubilosos, nos muestran.

Sueña el pintor, sediento, su pintura. Se empapa en aires, se embebe en lontananzas. De aquellos sueños queda lo mejor y más cierto: el otoño del tiempo los depura; la primavera de la ensoñación los enjoya; el invierno de la distancia los afila; el verano del amor los enardece. Y son todo luz ya: luz libre, luz no esquiva, serena y más gozosa, más gozosa y serena cada día. Cualquier pretexto basta para su danza y su canción.

La luz, así, es la plenitud de un momento en sí mismo: el momento en que nos arrebata y se abole la conciencia del yo. El momento en el que nada falta o sobra, que quedará en el lienzo retratado. Porque la luz interior responde a la exterior, la aprehende y la conjura.
Fiat lux. Fiat lux.

La luz en la pintura es el tema. Monarquia de la luz



 Es evidente que el papel que juega la luz en la pintura y en la arquitectura es muy distinto. Como muy bien señala Eduardo De Miguel, en la arquitectura la luz no se representa, como en la pintura, sino que se manifiesta (2). O, como diría Antoni Gaudí, la pintura es la descomposición de la luz por el color, mientras que la arquitectura es la ordenación de la propia luz (3). Se podría añadir, además, que en ambos casos la luz ayuda a incorporar una nueva dimensión: la pintura, un arte bidimensional por definición, permite representar la tercera dimensión por medio del adecuado diálogo entre la luz y la sombra; en la arquitectura, el movimiento de la luz solar permite incorporar al espacio tridimensional la cuarta dimensión del tiempo.

http://www.revistadiagonal.com/entrevistes/la-luz-es-el-tema/antonio-gala-monarquia-de-la-luz/

La luz es el Tema


La Luz es el Tema es una sección dedicada a difundir el conocimiento sobre la luz en la arquitectura a través de la publicación de entrevistas, artículos inéditos o resúmenes de tesis doctorales
 http://www.revistadiagonal.com/category/entrevistes/la-luz-es-el-tema/

La luz gótica es el tema.Tesis de Juan Manuel Medina del Río




“Buscando la luz, el maestro gótico descubrió la bóveda de crucería”, y este hito de la historia de la arquitectura ha quedado impreso en el imaginario artístico como uno de los más grandes logros asociativos entre dos grandes motores de la arquitectura, la estructura y la luz.
La catedral gótica, como el reloj de sol, necesitaba hablar a través de la luz a un pueblo que no sabía leer. Era la proyección de las imágenes de sus vidrieras la que les relataba la historia sagrada. Entonces, ¿por qué existen catedrales góticas oscuras? Analizando  sus esqueletos estructurales encontré la razón de ser de esta oscuridad. Una respuesta racional a su necesidad de arriostramiento frente a sismo.
Posteriormente he tenido el honor de dirigir la tesis de Juan Manuel Medina, que ha continuado avanzando en el conocimiento de esta apasionante historia. La más destacada aportación de su tesis es sin duda que ha conseguido, a través de su propio método, medir no solo la luz sino las sensaciones que esta genera en el espacio arquitectónico de la catedral. Un trabajo a caballo entre la física y la mística, entre la arquitectura y la escenografía. Una “puesta en medida” que confina de algún modo aquello que por intangible desconcierta, y que por inasible hipnotiza, la luz gótica.
Pepa Cassinello


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Entrevista a Elisa Valero


 ¿Por qué la luz es tan importante para la arquitectura?

Porque la luz es importante para el hombre. Porque a través de ella percibimos el mundo. Porque cualifica el espacio. Porque es un regalo maravilloso. Porque la arquitectura no es otra cosa que restar luz y sumar luz.

¿Cómo y cuándo te diste cuenta de que la luz es el tema central de la arquitectura? 


Mi madre era pintora, y a través de su paleta y de su vida supo trasmitir extraordinariamente  la importancia de la luz y del color. Ella abrió mis ojos a la vibración de la sombra, a la emoción del color y a la potencia de la luz.  Recuerdo que me impactó el Pantheon a los dieciséis años, ese magnífico espacio cambiante bajo la luz, y creo que fue entonces cuando descubrí la arquitectura.

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Entrevista a Guillermo Yañez


Tengo la impresión de que la mayoría de los textos que hablan sobre la luz en la arquitectura, o son demasiado poéticos o son demasiado técnicos. En cambio, tu bibliografía parece encontrarse en un lugar intermedio: en ellos tan pronto hablas de cómo emplean la luz solar los maestros modernos, como detallas determinados procedimientos de cálculo relacionados con la luz. 

Siempre me han interesado las cuestiones relativas a la energía solar y a la luz natural con el proyecto arquitectónico. Es importante conocer diferentes aspectos como la orientación solar, la adaptación al clima, la captación pasiva de la energía solar, el aprovechamiento de la luz natural, el control solar… Pero una cosa es saber y otra aplicar, en la medida de lo posible, dichos conocimientos. Y eso es bastante más difícil. 

Cualquier diseño debe ser resultado de la razón, pero sólo con razones no se hace arte. La ciencia y la técnica nos dicen, fundamentalmente, cómo no hay que hacer las cosas, pero nunca cómo han de hacerse. Además, si se pretende que en un proyecto todo tenga las máximas prestaciones en términos de eficiencia energética y sostenibilidad, llega un momento que el edificio resulta insostenible en términos económicos al encarecerse mucho. 

No se puede pretender construir “monumentos a la sostenibilidad”, en nuestros proyectos tenemos que encontrar el punto de equilibrio entre el coste económico y el ahorro energético.



http://www.revistadiagonal.com/entrevistes/guillermo-yanez-parareda/

lunes, 16 de marzo de 2015

Maddona di Senigallia. Piero della Francesca


 "En esta pintura, en la que se representa a la Virgen y el niño, la luz entra desde la ventana izquierda de la casa en la que se encuentran y parece real, eso hace la pintura espacial"

http://medievalmagazine.com/?p=438

sábado, 14 de marzo de 2015

viernes, 6 de marzo de 2015

Hielo y luz





El ‘Hubble’ capta la ‘cruz de Einstein’


  “Eso se debe al efecto combinado de dos lentes superpuestas: el masivo grupo galáctico enfoca la luz de la supernova en tres rutas diferentes y una de ellas está precisamente alineada con una galaxia elíptica del grupo, y se produce un segundo efecto de lente gravitatoria”. Se crean así las cuatro imágenes.

http://elpais.com/elpais/2015/03/06/ciencia/1425633559_805536.html

miércoles, 4 de marzo de 2015

Rocca di Frassinello, Italia / Renzo Piano



 Una gran sala de crianza con capacidad para 2.500 barricas de roble constituye el corazón de la bodega. Hasta esta zona subterránea llega la luz natural del exterior gracias a tres espejos instalados en lo alto de la gran torre, uno de los elementos más característicos y visibles de la bodega de Renzo Piano, ganador del Premio Pritzker de arquitectura en 1998.


http://elviajero.elpais.com/elviajero/2015/02/17/album/1424172029_958737.html#1424172029_958737_1424172347