sábado, 25 de septiembre de 2010

Museo del Prado

Un edificio así, con tanta singularidad en su aspecto destaca en su funcionalidad. No obstante, el Prado es un espacio que cuida extraordinariamente bien todos los detalles que redundan en la museografía, con la aplicación de los elementos más innovadores para la conservación, seguridad y contemplación de las obras exhibidas.

La convivencia de luz natural y artificial es uno de los elementos más cuestionables. Muchos de los profesionales del montaje entienden que la aportación de la luz natural en el entorno expositivo es determinante para una mejor adaptación del ojo a la luz. Potenciada o complementada con luz artificial, la obra puede contemplarse con evidente comodidad para el espectador, sin embargo, los cambios a los que está sometida hacen de ella una luz muy irregular, modificando la percepción del objeto que la recibe (es diferente ver una obra a una hora determinada que a otra, un día luminoso o nublado, etc). No obstante, todas las ventanas tienen filtros UV, así como persianas y estores.

Las lámparas fluorescentes disponen de filtros anti-UV y lasincandescentes, para luminarias con las que está dotada el Prado, aplicadas a un espléndido sistema electrificado de carriles ERCO, permiten, incluso desde distancias muy pronunciadas (como desde el ábside central), una puntualización de la emisión lumínica sin pérdida de su capacidad.

Específicamente, como es el caso de la sala que contiene la Tauromaquia de Goya, está acondicionada de lámparas dicroicas de baja potencia, con emisiones de luz puntual de 10º de apertura, con un diseño circular (muy relacionado con la escenificación de un ruedo, incluyendo la elección del color, un rojo inglés). Las distancias separadoras de las luminarias, muy estrechas, permiten un barrido de emisión de luces puntuales continuo.



http://www.arsdidas.org/publicaciones_revistas_articulo.php?id=3&ida=28

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