La iluminación de las exposiciones temporales se ha convertido en un tema
delicado.
Por un lado debe potenciar la labor de todas las personas que han
intervenido en la preparación y la realización de la exposición, reforzando las
intenciones estéticas y asegurando la confortabilidad de la visita.
Por otro
lado ha de respetar los principios básicos de la conservación preventiva de
nuestro patrimonio, ya que somos responsables de la perdurabilidad de la
existencia de las obras expuestas.
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