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La naturaleza dual de la luz ha marcado la historia de la mecánica 
cuántica y la de sus interpretaciones. ¿Es la luz una onda o una 
partícula? Según la teoría cuántica, en líneas generales una pregunta 
como la anterior carece de sentido: las únicas afirmaciones cabales son 
aquellas relativas a los resultados posibles de un experimento concreto.
 Con anterioridad a una medida, sin embargo, resulta imposible asignar a
 la luz (o a cualquier otro objeto cuántico) una descripción clásica en 
términos de «solo onda» o «solo partícula».
Lo anterior choca con nuestra intuición clásica, la cual nos impulsa a
 adscribir una realidad a los objetos con independencia de que sean 
observados o no. Sin embargo, todas las interpretaciones de la mecánica 
cuántica en términos de variables ocultas o supuestos similares se han 
mostrado hasta la fecha incompatibles con los resultados 
empíricos. Ahora, dos enrevesados experimentos publicados en el último 
número de la revista Science han vuelto a confirmar la 
imposibilidad de pensar en términos clásicos cuando deseamos describir 
las propiedades de algunos objetos microscópicos.
Supongamos que un fotón se hace pasar por un espejo semitransparente 
que, con una probabilidad del 50 por ciento, deja pasar a la partícula, 
pero, con la misma probabilidad, puede también reflejarla y la 
conducirla por un camino alternativo. Si con ayuda de los dispositivos 
adecuados ambas sendas se redirigen y se hacen coincidir en un punto. 
¿Qué observaremos a la llegada?
La respuesta depende del tipo de experimento que deseemos realizar. 
Si al final de cada uno de los dos caminos posibles situamos un 
detector, el fotón será observado con igual probabilidad en uno o en 
otro. Diremos entonces que la luz se ha comportado como una partícula y 
que, como tal, discurrió por una de las dos sendas accesibles. Sin 
embargo, si en el punto de cruce situamos otro espejo semitransparente, 
no podremos saber qué camino siguió el fotón. En ese caso, la mecánica 
cuántica predice (y los experimentos confirman) que el fotón se 
comportará como una onda: al llegar al primer espejo semitransparente, 
tomará ambos caminos a la vez, interferirá consigo mismo en el punto de 
llegada y dejará un patrón de interferencia característico.
Con todo, una interpretación clásica puede salvarse si argumentamos 
que, de algún modo, al llegar al primer espejo, el fotón «ya conoce» el 
montaje experimental. Para sortear ese tipo de explicaciones, en 1978 
John A. Wheeler propuso llevar a cabo un experimento similar pero en el 
que la decisión de colocar o no el segundo espejo se pospone hasta 
después de que el fotón ha pasado por el primero. Tales experimentos de 
«elección diferida» han sido efectuados en la práctica y han confirmado 
una vez más las curiosas predicciones de la mecánica cuántica.
Ahora, dos grupos experimentales han llevado el experimento de 
elección diferida de Wheeler un paso más lejos. Al entrelazar el estado 
del segundo espejo semitransparente con un fotón auxiliar cuyo estado no
 medían hasta más tarde, Alberto Peruzzo y sus colaboradores lograron 
que no solo el fotón inicial, sino también el aparato de medida se 
encontrase en una superposición de estados: el fotón, en un estado de 
«onda y partícula», y el segundo espejo semitransparente, en un estado 
equivalente a «presente y ausente». Debido al entrelazamiento entre el 
aparato de medida y el fotón auxiliar, la función de onda no colapsa 
hasta que no se mide el estado de este último. Es más: dicho proceso 
puede retrasarse hasta después de que el primer fotón haya llegado a los
 detectores.
Por su parte, Florian Kaizer y sus colaboradores llevaron a cabo un 
experimento muy similar en el que el entrelazamiento tenía lugar entre 
el fotón de prueba y el auxiliar. En ambos casos, los investigadores 
verificaron que se violaban las desigualdades de Bell. Los experimentos 
suponen una prueba experimental más de la imposibilidad de interpretar 
las extrañas predicciones de la mecánica cuántica en términos de 
variables ocultas.
Más información en Science.
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